Uno de los hitos en el crecimiento y desarrollo de nuestros peques (y uno de los que causa especial inquietud en los padres primerizos) es la salida de los dientes de leche. ¿Cuándo empiezan a llegar los primeros? ¿Tendrá síntomas? Si los tiene… ¿cuál es la mejor forma de calmarlos? Estas son algunas de las preguntas más formuladas por los papás y mamás.
Aunque los dientes de leche comiencen a formarse durante el embarazo, no empiezan a salir hasta alrededor de los seis meses de vida. Para cuando el niño o niña alcanza los 30 meses, toda la dentadura está ya en su lugar, culminando entonces un proceso llamado dentición primaria. A su término, nuestro peque mostrará su sonrisa más brillante, con 20 piezas dentales que conservará hasta aproximadamente los seis años, cuando empezarán a salir sus dientes definitivos.
Por el camino, habremos superado una época algo estresante para nuestra familia, pero de vital importancia para el desarrollo del bebé. Son meses en los que el niño o niña necesita aliviar los malestares provocados por la salida de los dientes de leche, por lo que toda ayuda es buena. Además de diversos gestos cotidianos, encontraremos apoyo en productos como Oddent Gel Oral Baby, cuyo efecto anti-inflamatorio, reparador y protector será de gran ayuda para calmar los síntomas de la dentición.
¿Cómo saber si ha empezado la dentición?
Antes de nada, conviene aclarar que la salida de los dientes de leche no siempre arranca a los seis meses. De hecho, es perfectamente normal que los primeros dientes asomen un poco antes o después, e incluso (aunque de forma poco común) hay bebés que nacen con dientes. En el lado contrario, no pasa nada si vemos que los dientes del bebé tardan un poco más en salir. No obstante, si vemos que, pasado el año, sigue sin llegar el primer diente, es recomendable una visita al odontopediatra.
Así, el indicador más conocido de la salida de los dientes de leche es un llanto sin causa aparente, unido a una irritabilidad que antes no estaba ahí y a problemas para conciliar el sueño. Además, el bebé babeará más de lo habitual, se llevará objetos a la boca para morderlos y buscará más contacto físico con papá o mamá.
La febrícula (en torno a los 37,5ºC) es otro síntoma común en la dentición y, mientras se mantenga por debajo de los 38ºC, no tendremos motivo para consultar con un pediatra.
Ahora bien: llorar es la principal forma que tiene el bebé de decirnos que algo no va del todo bien. Por otro lado, algunos de los síntomas relacionados con la salida de los dientes (como la falta de apetito o la falta de sueño) también pueden deberse a otros motivos. Así, a veces cuesta encontrar el origen de este malestar que estamos viendo en el niño o niña. Eso causa preocupación y angustia para los padres, que no entienden de dónde vienen los lamentos de su peque.
¿No le estarán saliendo los primeros dientes?
Si uno o varios de estos síntomas confluyen en un momento que coincide con el periodo comprendido entre los seis meses y el año, la respuesta seguramente sea afirmativa. Podremos comprobarlo revisando sus encías y, si encontramos un puntito blanco en la mandíbula inferior, ya lo tenemos: el primer incisivo está asomando y la dentición ha comenzado.
Cómo afecta la salida de los dientes de leche a los bebés
Al salir, los dientes de leche ejercen una presión que inflama y vuelve más sensible la encía. En consecuencia, se enrojece e inflama, provocando molestias al bebé. Esto no ocurrirá solo en los primeros dientes de leche, sino que se dará a lo largo de toda la etapa de la dentición primaria. De hecho, en algunos niños, las molestias más intensas las producen los molares y los caninos, precisamente los últimos dientes en salir.
Que no cunda el pánico. Las molestias son solo eso: molestias.
Son fáciles de aliviar, sobre todo si se opta por masajear las encías del niño o niña con productos como Oddent Gel Oral Baby, cuya fórmula contribuye a reducir el dolor y la inflamación al mismo tiempo que promueve la reparación de la encía. Además, gracias a su alta concentración en ácido hialurónico, genera una película de protección invisible y resistente.
Pero estas molestias vienen de la mano con otros “síntomas”: si el bebé siente dolor, le costará más dormir. Se despertará más veces por la noche y la falta de sueño (unida a las molestias en las encías) le causará mal humor e irritabilidad durante el día. Por otro lado, es habitual que pierda algo de apetito.
Sin embargo, buscará alivio en morder objetos o incluso su propia mano, ejerciendo así presión sobre las encías para tratar de calmar su dolor. Es algo a lo que hay que prestar mucha atención, pues puede irritarlas todavía más e incluso llevar agentes infecciosos a su boca.
Unido a este instinto de presionar sus encías con sus manos o con objetos viene una mayor salivación. Cuando se llevan algo a la boca, tienden a generar mucha más saliva. Ya que los bebés no tragan saliva a menudo, esta se acumula y termina rebosando en un hilillo que asoma por la comisura de los labios.
El babeo suele ser el indicador que confirma que está iniciando la dentición, y no suele acarrear mayor problema. Hay que limitarlo, no obstante, ya que el exceso de saliva puede favorecer la irritación de la piel alrededor de los labios y la barbilla.
Para ello, lo mejor es usar gasitas y cambiarle el babero a menudo para mantener seca la zona alrededor de la boca y evitar así que se le empape el pecho (sobre todo en los meses más fríos). Siempre es buena idea salir de casa con baberos de repuesto, por si acaso.
¿Qué hacer durante la dentición?
Todos los problemas asociados a la salida de los dientes de leche comparten origen: la molestia que sienten los bebés en las encías. A causa de ella duermen peor, se muestran más irritables y pierden el apetito. Intentando calmarla se llevan objetos a la boca y, en consecuencia, babean más.
Por este motivo, las acciones de los progenitores deben ir dirigidas a aliviar este dolor.
En este sentido, los masajes de encías son un clásico por una sencilla razón: funcionan. La presión sobre ellas alivia el dolor, y el cariño y la suavidad con la que lo hacen papás y mamás asegura que las encías no se irriten más. Lo ideal es realizarlos con productos específicos, como Oddent Gel Oral Baby. Especialmente formulado para los más peques, cuenta con ácido hialurónico como principio activo. Es la solución ideal para aliviar el dolor y reducir la hichazón y el enrojecimiento. El ácido hialurónico, presente de forma natural en el cuerpo, se adhiere a las encías y forma una película protectora.
No hay problema si nuestro peque es tiquismiquis con los sabores. De hecho, gracias a su sabor neutro ni se dará cuenta de que lo estamos utilizando al masajear sus encías. Además, es totalmente libre de azúcares, alcoholes, gluten, lactosa, parabenos o lauril sulfato de sodio.
Por otro lado, podemos tratar de que siempre tenga un mordedor a mano, y mucho mejor si está previamente enfriado en la nevera. Así, evitaremos que coja cualquier objeto para morderlo, y el frío ayudará a calmar la irritación. Para una higiene óptima y para evitar posibles infecciones, lo mejor que podemos hacer es limpiar los mordedores de forma habitual con agua caliente y jabón suave.
También es buena idea ofrecerle alimentos sólidos, como frutas que pueda mordisquear para aliviar su irritación. Así, al tragarlos también tragará saliva, evitando que esta se acumule y termine empapando el babero o su ropita. Si optamos por usar un mordedor, por otro lado, es recomendable que beba agua regularmente para cumplir el mismo propósito.
Así, el proceso de dentición se pasará volando y, en cuestión de tan solo unos meses, nuestro bebé lucirá una sonrisa que nos deslumbrará todos los días.
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