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Un día, de repente, tu bebé llora más sin que entiendas por qué. Pasa los días más irritable que de costumbre, por las noches duerme peor y tiene menos apetito. Saliva más y, por más veces que le cambies el babero… sigue empapándolo. Se lleva cualquier cosa a la boca y la muerde. ¿Qué le pasa? Si tiene en torno a seis meses, lo más probable es que haya empezado la dentición, y los primeros dientes de leche estén a punto de asomar.

Así es: ese temido (y emocionante) momento ha llegado. Es fácil comprobarlo fijándonos en sus encías. Si vemos un puntito blanco en el sitio de los incisivos inferiores (es decir, las palas), nuestras  sospechas estarán confirmadas.

Pero hay de qué preocuparse. Todos los problemas asociados a la dentición (ese llanto, esa falta de sueño y de apetito, ese instinto por morder objetos) comparten un origen: la molestia que siente el bebé en sus encías. Así, si aliviamos ese malestar, el resto de síntomas se minimizarán.

Es fácil, sobre todo, con el apoyo productos como Oddent Gel Oral Baby, especialmente formulado para calmar las molestias de los más peques en el momento de la salida de sus primeros dientes. Pero es normal que papás y mamás tengan un montón de preguntas sobre esta etapa. Estas son algunas de las más frecuentes.

denticion bebes

¿Cuánto dura la dentición?

Como todos los grandes hitos en el desarrollo de los peques, la dentición no tiene una fecha de entrada y salida fijas. De hecho, aunque es muy infrecuente, hay bebés que nacen con dientes. Por norma general, se suele decir que la dentición empieza a los seis meses y termina entre los dos y tres años, cuando ya se cuenta con una dentadura completa con 20 piezas.

Pero no pasa nada si el proceso comienza antes o después. No a todos los bebés les sale el primer diente a la misma edad. Aunque lo más común es que empiece entre los cinco y los ocho meses, es perfectamente normal que la espera se extienda incluso hasta los diez meses.

¿Puedo darle alimentos fríos para aliviarlo?

Mientras a un bebé le salen los dientes de leche, nos damos cuenta de que tiende a llevarse a la boca cualquier objeto para morderlo. ¡Incluso sus propias manos! La presión ejercida sobre las encías al morder alivia las molestias que siente, pero no es buena idea que un bebé se lleve cualquier cosa a la boca.

Con eso en mente, es recomendable ofrecer al niño o niña alimentos sólidos, como gajos de mandarina, fruta cortada o zanahorias preivamente cocidas (siempre que haya iniciado la alimentación sólida). Así podrá mordisquearlos, aliviando la irritación de sus encías y, en la línea de tendencias como el baby-led weaning, aprendiendo a comer a su propio ritmo.

Si el alimento que le damos está demasiado frío, no obstante, podemos generar cierto malestar en el bebé. Por eso, si tenemos la fruta en la nevera, lo mejor será que la saquemos para que se atempere al menos una hora antes de ofrecérsela.

Si lo preferimos, también podemos ofrecer dar al peque un mordedor desinfectado previamente. Así podrá morder algo flexible para aliviar las molestias de la dentición, y nos aseguramos de que no se lleva nada peligroso a la boca.

¿Qué puedo usar para aliviar las molestias del bebé?

Los masajes de encías son una de las técnicas más empleadas para calmar el dolor asociado a los primeros dientes de leche. Son muy sencillos de dar: basta con tener las manos bien limpias y frotar suavemente las encías inflamadas con la yema del dedo.

Oddent Gel Oral Baby, gracias al triple efecto anti-inflamatorio, reparador y protector, es un gran aliado a la hora de dar estos masajes. Aplicando una pequeña cantidad del producto en las encías de nuestro bebé a la hora de masajearlas, contribuirá a aplacar los síntomas de la dentición.

Además, el peque ni se dará cuenta de que lo estamos utilizando en nuestros masajes, pues tiene un sabor neutro y carece de aromas. Y, para proteger la salud dental del bebé, es totalmente libre de azúcares, además de alcoholes, gluten, lactosa, parabenos o lauril sulfato de sodio.

¿Hay que lavarle los dientes que empiezan a salir?

. Aunque el carácter no permanente de los dientes de leche pueda hacernos pensar que no son tan importantes como su dentadura definitiva, esto está lejos de la realidad. Los dientes de leche intervienen en funciones esenciales, como la masticación o el habla. Además, sirven de “guía” para los dientes definitivos cuando se acerque el momento, por lo que es vital cuidarlos para garantizar que salen de forma correcta.

La caries dental es la causa de casi todos los problemas bucodentales, y su progresión es más rápida en los dientes de leche dado que su esmalte es más fino. En nuestro caso, tendremos que prestar especial atención a la caries de temprana edad, que puede afectar hasta los seis años.

Afortunadamente, la solución a la caries empieza por la prevención desde la higiene bucodental, para evitar el progreso de la placa bacteriana.

Por otro lado, ayudar a nuestro hijo a adquirir buenos hábitos de higiene bucodental desde el primer momento es esencial para que los mantenga cuando crezca. Así, podremos evitar o reducir problemas en el futuro, ahorrándonos hacer más visitas al dentista de las necesarias.

¿Cómo lavarle los dientes que empiezan a salir?

Estando claro que la higiene bucodental debe estar presente en la vida de nuestros peques desde el primer momento, no hay que olvidar que debe estar adaptada a cada etapa. No hay que lavar los primeros dientes de un bebé de la misma forma que lavaríamos los nuestros.

Lo ideal es agendar una cita con el odontólogo u odontopediatra cuando comiencen a emerger los primeros dientes de leche, para que nos dé indicaciones adaptadas a nuestro caso. Por norma general, conviene empezar con esa higiene dental cuando salen las primeras piezas, optando por productos adaptados a su boca y sus necesidades. Cuando existan molestias en las encías por la dentición, es buena idea intercalar las limpiezas con masajes con Oddent Gel Oral Baby, algo que ayudará a crear la rutina en el peque y aliviará la inflamación.

Para el cepillado (y siempre siguiendo las indicaciones de nuestro odontólogo, tanto a la hora de comenzar con él como con el proceso a seguir), deberemos emplear un cepillo especial, adaptado a la mano del adulto y la boquita del bebé. Además, sus filamentos tienen que ser muy suaves, capaces de garantizar una higiene apropiada mientras respetan las encías y los dientes. En general, la recomendación de los expertos para niños de hasta tres años es la de usar una pasta dentífrica infantil con una concentración de 1000 ppm (partes por millón) de flúor y en una cantidad muy baja, similar a un grano de arroz.

Lo ideal será hacerlo dos o tres veces al día, como mínimo una por la mañana y otra justo antes de ir a dormir. Tendremos que prestar especial atención a partir del momento en el que hayan salido los molares, en torno a los 18 meses (un año y medio), pues es donde pueden acumularse más restos de comida.

¿Y si la saliva le provoca erupciones en la piel?

Durante la dentición, los bebés tienden a acumular más saliva que de costumbre. La causa es sencilla: todavía no saben tragar si no es para alimentarse. Ello, unido al instinto que les lleva a morder objetos para calmar sus molestias, hace que este babeo sea signo distintivo de la etapa de la dentición.

El problema: la piel del bebé es muy delicada, y puede llegar a irritarse por el exceso de saliva. De por sí, puede parecer que no es muy grave, pero si no tenemos cuidado, esta irritación puede ir a mayores e infectarse. Por otro lado, que la ropita de nuestro bebé se empape de saliva nunca es recomendable, sobre todo en las épocas más frías del año.

El babeo del bebé es inevitable, pero disponemos de varias vías para evitar que su piel se irrite debido al exceso de saliva. Por un lado, podemos usar una toalla suave de algodón para secar la zona de alrededor de la boquita y el cuello, apoyándonos también en el uso de baberos y llevando varios de repuesto si salimos de casa.

Por otro lado, podemos prevenir esta acumulación de saliva haciendo que trague más a menudo. Podemos ofrecerle agua de forma regular, o alimentos sólidos que pueda comer a su ritmo. Así, al tragarlos, tragará también saliva y no babeará en exceso.

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